Se ha iniciado el nuevo año con la consecución de un hito histórico, haber desarrollado en muy poco tiempo distintas vacunas contra el SARS-CoV-2, una noticia esperanzadora que va a posibilitar el control de la pandemia.
Las vacunas que están siendo autorizadas se basan en tecnologías diferentes. Sus resultados de eficacia y seguridad son alentadores.
• Las de Pfizer/BioNTech y Moderna utilizan el ARN mensajero, una técnica novedosa que introduce en el organismo una parte del virus con forma de antena, la espiga o spike “S”, esta proteína al ser captada por nuestras células produce anticuerpos que neutralizan el virus. Ambas vacunas recubren el ARNm con nanopartículas lipídicas, pequeñas esferas de grasa que lo protegen y que necesitan bajas temperaturas para no degradarse. De ahí que tengan que conservarse a -70°C y -20°C de temperatura respectivamente.
• La vacuna de AstraZeneca / Oxford, utiliza la técnica de “vector viral”, es decir introduce dentro de un adenovirus inofensivo que causa resfriado común en chimpancés, la proteína “S” del Coronavirus estimulando la respuesta inmune. Esta vacuna es más barata y precisa una cadena de frío convencional (2-8°C).
• Las vacunas Sputnik V, Janssen y CanSino, utilizan también esta tecnología de vector viral. La CoronaVac, utiliza un método más tradicional, es una vacuna inactivada que funciona introduciendo partículas virales muertas del Coronavirus, lo que activa el sistema inmunológico.
Todas las vacunas se administran en dos dosis separadas por 3-4 semanas. Para conseguir la protección inmunitaria de grupo que permita controlar la COVID-19 habrá que vacunar a más del 70% de la población, por lo que hay que combinar la paciencia manteniendo las medidas preventivas individuales, con la adherencia a la vacuna aceptándola cuando nos sea ofrecida.