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¿Problemas para dormir? Te mostramos cómo solucionarlos

Es más que probable que, en estos últimos meses, muchas noches nos haya costado (nos esté costando) conciliar el sueño, e incluso que, una vez dormidos, soñemos más de lo habitual. Es cierto que la situación que estamos viviendo nos ha cambiado el sueño, pero la gran noticia es que podemos convertir muchas de las novedades en aliadas nuestras y de nuestro descanso.Identificar las causas nos ayudará a poner soluciones.

La adaptación al nuevo estilo de vida nos afecta en todos los sentidos y, hasta que se consoliden los nuevos hábitos, es normal que sintamos cierta incertidumbre. Por tanto, en buena lógica, si rebajamos el nivel de preocupación aumentaremos la calidad de nuestro sueño, para ello es importante:

Protegerse de la sobreinformación. Especialmente cuando son tantas y tan variadas las informaciones que circulan. Lo mejor es mantenerse al día únicamente de aquello que realmente nos atañe: las recomendaciones y medidas de prevención.

Evitar la anticipación. Dormir bien nos ayudará a conservarnos fuertes y aumentará nuestra capacidad de resistencia, en eso es en lo que tenemos que centrarnos.

Reservar la noche para dormir. Tanto si estamos trabajando a pleno rendimiento como si estamos buscando adaptar nuestra situación laboral a las nuevas circunstancias, tenemos que tener muy claro que toda la actividad (también la intelectual) debemos desarrollarla durante el día y que la noche hemos de dedicarla a descansar, lo cual a su vez nos ayudará a estar más lúcidos durante la nueva jornada.

Al mismo tiempo, han cambiado muchos elementos del entorno, que pueden ayudarnos a dormir mejor (incluso a aquellos que ya dormían mal antes de la pandemia). Por ejemplo, los toques de queda han silenciado las calles, lo cual es un gran coadyuvante del sueño.

La readaptación de los horarios debida a los confinamientos y el teletrabajo también supone una oportunidad para ¡por fin! poder irse a la cama a la hora apropiada y dormir las 7-8 horas que el cuerpo nos pide. A aquellos que, por no tener que madrugar tanto como solían, han ido retrasando la hora de acostarse hasta desvelarse de manera crónica, no les costará mucho corregir este error.

Si nuestro consumo de contenidos multimedia ha aumentado y nos atrapa una serie tras otra: no permitamos que ningún capítulo le robe tiempo a nuestro sueño ni que la televisión entre en el dormitorio. Todos los dispositivos deben quedarse lejos de la habitación: interactuar con el móvil no puede convertirse de ninguna de las maneras en nuestra última actividad del día, impedirá que nos durmamos. Tampoco es buena idea terminar el día con una copa de alcohol; puede inducir el sueño, pero será de mala calidad.

Por otra parte, el teletrabajo nos ha obligado a multiplicar el espacio de las viviendas para instalar en ellas oficinas y aulas. Demos rienda suelta a nuestra imaginación para encontrarles el mejor rincón fuera del dormitorio, y reservemos este para dormir.

Incluso si estamos autoconfinados, con jardín, terraza o balcón no hay excusa para no darse un baño diario de luz natural y hacer ejercicio; y, sin esos espacios al aire libre, debemos ingeniárnoslas para asomarnos a la ventana y seguir una rutina de ejercicios que compense las prácticas deportivas.

En definitiva, hagamos de la necesidad virtud y, ya que es posible, aprovechemos la situación para mejorar la calidad de nuestro sueño.