La preocupación en Europa se ha extendido rápidamente tras la notificación de tres mutaciones del SARS-Cov-2. Pero ¿está justificada esta alarma por la nueva cepa de coronavirus?
Hay diversas variantes del COVID-19 que están circulando a nivel mundial:
En el Reino Unido ha aparecido una nueva de ellas, detectada en septiembre de 2020, con una cantidad inusualmente elevada de mutaciones y parece que se propaga con mayor facilidad y rapidez por todo el mundo.
En Sudáfrica se detectó a comienzos de octubre otra distinta a la detectada en el Reino Unido, aunque comparten algunas mutaciones.
Además, en Brasil identificaron otra más en cuatro viajeros brasileños que viajaban a Japón a quienes se les detectó en la prueba de evaluación de rutina en el aeropuerto de Tokio.
Los expertos aseguran que no está demostrado que estas mutaciones sean más infecciosas. La fuerte propagación puede deberse a que el virus se diseminó en un entorno de gran densidad de población, con mucha movilidad y en momento de escasas restricciones.
Actualmente, no hay evidencia de que estas variantes provoquen manifestaciones más graves o mayor riesgo de muerte. No obstante, el aumento en la cantidad de casos provocará una mayor demanda de los recursos de atención médica, lo que generará más hospitalizaciones y, posiblemente, más muertes.
Según epidemiólogos de todo el mundo, el mensaje a transmitir debe ser tranquilizador, porque no se ha demostrado que estas cepas sean más virulentas. Además, están especialmente vigilantes ante posibles cambios en los patrones epidemiológicos para tomar las medidas adecuadas.
Nosotros, como parte de la sociedad, debemos seguir manteniendo los hábitos establecidos para luchar contra la COVID-19, así como cumpliendo todas las medidas restrictivas y de movilidad para evitar tanto contraer como contagiar el virus.